Nuestra capacidad de atención es limitada, por ello, las situaciones en las que nuestra atención no está correctamente focalizada pueden afectar a los procesos de memoria. Una mala atención lleva a una mala codificación de la información, dificultando así su correcta recuperación y los correspondientes olvidos asociados
Entendiendo que nuestra capacidad atencional tiene un límite, y la sobrecarga afecta al funcionamiento de la memoria, es fácil suponer que la mayoría de olvidos se deberán a una limitación de la atención por diferentes motivos:
- Aparición de interferencias: Dos o más estímulos compiten por captar nuestra atención y existe una sobrecarga que nos impide atender correctamente a los mismos.
Ejemplo: Si nos llaman por teléfono mientras estamos viendo una película, deberemos atender a ambas situaciones a la vez, pudiendo perder el hilo de desarrollo tanto de la conversación como de la película.
- Dificultades atencionales por falta de hábito: El acceso a la información aprendida se deteriora con el tiempo en caso de no emplearse con frecuencia.
Ejemplo: Si después de varios años tras finalizar nuestros estudios, debemos realizar una división con decimales, nos resultará complicado recordar cómo se desarrolla esta operación.
- Situaciones de ansiedad, nerviosismo o estrés: Son causas de bloqueos de la memoria, pudiendo desaparecer el bloqueo cuando nuestro estado anímico se haya estabilizado.
- Preocupaciones: Dificulta el recuerdo de información debido a la división de la atención entre dicha información y el problema que nos preocupa.
- Significado negativo de la información: Pueden olvidarse sucesos desagradables para que no afecten de nuevo a nuestro estado emocional.